Monday, July 25, 2011

Como usar la mente creativa

Como usar la mente creativa

Wallace Wattles nos indica repetidamente que debemos usar la mente creativa en lugar de la mente competitiva. La mente competitiva es aquella que se esfuerza por ganar, que quiere tomar la mayor parte de algo que ya existe en su propio beneficio. Es la mente que da por supuesto que las riquezas en el universo son limitadas y que por tanto debo tomarlas yo antes que la tome otro. Y si puedo tomar lo que otro tiene mejor, más rápido me haré rico. Es la mente limitada, la mente de las reglas económicas, la mente casi esquizofrénica.

En cambio la mente creativa es aquella que se esfuerza por crear riquezas donde no las hay. Es el pensamiento creador, que busca generar en lugar de apropiarse, poner en lugar de sacar, inventar en lugar de competir usando lo ya inventado. Es la manera como los grandes hombres de la historia se han hecho grandes, generando lo que no existe en lugar de quedarse con una porción de lo existente.

Y se me ocurre un ejemplo por demás paradigmático, primero por lo actual y luego por que muestra claramente a la misma persona en el uso de sus dos mentes consecutivamente. Es el ejemplo de Bill Gates.

Cuando era un joven, Bill usó profundamente su mente creativa. En aquellos años las compañías de computación se reducían a un grupo minúsculo liderado por IBM, que tenía la vanguardia y la mayor parte del mercado. El gigante azul, como lo llaman, poseía enormes recursos destinados a desarrollar máquinas cada vez más poderosas y que solo podían ser compradas por empresas gigantescas en muchisimos miles o millones de dólares.

Pero el joven Bill estaba decidido a crear un imperio. Cualquiera en su situación, y con un poco de sentido común, se hubiera dado cuenta que no podía competir contra IBM. Cualquiera también que tuviera su ambición y su deseo de riqueza y aún no se hubiera desanimado, hubiera pensado que si realmente quería hacerlo debía buscar grandes inversores, proponerles una idea convincente a cambio de muchos millones, y lanzarse a competir contra el gigante azul para tratar de robarle aunque sea una migaja de su enorme mercado.

Quizas en pocos años podría haber manoteado un ínfimo porcentaje del mercado de las grandes computadoras y hubiera vivido feliz por siempre en un humilde condominio de clase media.

Pero en cambio Bill usó su mente creativa y decidió bucear hasta encontrar un nuevo nicho, un nuevo mercado, y lo encontró pronto: computadoras para la gente común, para el hombre de la calle, para el hogar y la pequeña oficina, en lugar de computadoras para las grandes corporaciones.

Su genio explotó y la sustancia lo ayudó a desarrollar un mercado gigantesco que lo transformó en pocos años en el hombre más rico del mundo. Así, en lugar de pelear por una pequeña porción de la torta de otros, su mente creativa lo impulsó a crear una torta nueva, que fuera casi toda de su propiedad y lo llenara de miles de millones de dólares. No solo ganó miles de millones sino que contribuyó a cambiar la vida y el trabajo como los conocemos, haciendo avanzar un salto enorme al mundo moderno.

Pero el tiempo pasó. Exacerbado por su enorme éxito el no tan joven ya Bill decidió que era momento de que su torta fuera solamente suya, que no debía dejar entrar a nadie. Y comenzó a impulsar prácticas monopólicas que le valieron millones de dolares en juicios y una mala reputación como personaje avaro, desleal y poco propenso a las innovaciones si estas eran desarrolladas por otros.

Los juicios antimonopolio de Microsoft son un clásico en todas las áreas del planeta y la mala reputación de su compañía no es gratuita, se debe a esas prácticas poco amigables. Si el bueno de Bill hubiera mantenido su confianza en sí mismo, su honestidad de joven y abierto emprendedor, su visión ante los riesgos, otro sería el concepto de su empresa entre los consumidores.

Un ejemplo como este muestra a las claras que el uso de la mente creativa puede hacernos crecer a limites inimaginables, mientras que el uso de la competitiva, avara y conservadora, lo único que hará es que perdamos nuestra inocencia y nuestra capacidad de crear riquezas.